Un cielo siempre oscuro,
que intentan alumbrar débiles faroles.
El aire huele a marginación,
pero cuando salen los demonios
Se acercan hasta esos
que huelen a caros perfumes
Con la ropa desalineada
y las zapatillas sucias
Con la frente en alto
cuando hablo de mi cuna
Donde no nos dieron dinero
nos dieron cielo
Somos los que sonrieron
pateando pelotas de trapo
sin arbolito y sin obsequio
Somos la dignidad
1 Opinaron:
Es hermoso lo que escribís.
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