Fue desde aquel cruce,
que mi mirada fijó su rumbo
hacia esa dirección.
Llena de luz, curiosidad;
desconocida, con un suave resplandor. Casi me encandilaba,
pero no pude dejar de ver.
El aire tan puro,
que se respira cerca del mar,
encajaba perfectamente,
para terminar de ambientar
mi videotape mental.
Escenas perfectas,
no planeadas, sin guión.
Imágenes fotografiadas espontáneamente.
Son las cosas que
a mis pulmones
vacían y vuelven a llenar.
Fue un cruce inesperado.
No fue planeado,
que estemos sentados
bajo esos arboles,
en ese banco.
Tampoco la batalla al frío
con ese eterno abrazo.
Pude plantear mil escenarios
y situaciones en mi cabeza.
Ninguno superó a los espontáneos.
A los que encontramos
sin buscarlos.
Mentiría si digo
que en algunos momentos,
no pierdo la fe.
Pero aquella serendipia
me vuelve a levantar
y animar los días.
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