martes, 11 de junio de 2013

Lo del pizarrón

Era el segundo año. Se generó un disturbio y un imbécil lo culpó de algo que no cometió. Sabía de quienes habían sido, pero tal como su piel, el alma estaba curtida de ese valor.

Silencios en pleno ruido y voces, silencio que dejaba de serlo cuando callaban. Grises con los colores del pizarrón.
Letras con algún ideal, acordes de color.
Buscando en su cabeza el verdadero silencio, tal vez algún día lo encuentre. 

Recordó, en esa plaza de algún prócer, aquel calor del mediodía. También como entre las ramas se filtraron los rayos de sol, aún mientras intentaba desahogarse en la sombra.