jueves, 11 de julio de 2013

Si en algún momento esta anestesia, hubiese apagado mi problema, ahora comprendería porque la sigo probando.

Si el problema hubiese sido solo eso, un problema, con estar bajo ese efecto que adormece, alcanzaba.
La duda y la incertidumbre dejaron de preocuparme. Y este remedio, que poco cura; enferma, pero alivia, sigue poniendo parches en mi vida.
En un rostro que pocas sonrisas dibuja, aún así, no demuestra alguna emoción. Ni cuando tiene lleno los pulmones, ni cuando le falta el aire.
Siempre durante la madrugada, y siempre con las mismas palabras. Las que lo definen hace años. Las que no cambiarán.