jueves, 6 de junio de 2013

Madrugando las sensaciones

En alguna madrugada fría de Mayo, me encontré mirando el cielo. Acurrucado, juntando las piernas, con una botella en la mano, mientras el frío quemaba mi piel. Arrugaba el ceño, cuando los ojos comenzaron a irritarse con palabras. Por la boca, exhalaba esa gran cantidad de aire congelado que acababa entrar. En mi cabeza no tuve más que preguntas.

Esa misma madrugada, pensé que solo sería cuestión de tiempo. Que había adoptado una costumbre, y que como otras veces, en unos días todo volvería a ser como antes. 
Las fechas en el calendario comenzaron a avanzar, y asi también las ganas de volver. No encontré un segundo donde no tuviese ganas.

Todos los días supuestamente me alejaba, pero la sensación y el sentimiento siguieron creciendo, y con solo una mirada, se derrumbó esa idea de la costumbre. 
Todo era tan real, e incluso más que antes. No soporté el gris y el aire pesado, causados por la falta de su sonrisa. 
De mi pasado no me arrepiento, pero ya no quise volver a ese mismo sin su color.
Por más golpe bajo que fuese, el mundo realmente la necesita.

No se cuantos días pasaron, y dudo que se hubiese aclarado algo hasta ese momento, pero fue otra madrugada fría. Al cielo miré, esta vez solo un momento, antes de apagar el frío con un abrazo. En mi mano, en lugar de la botella, estaba su mano. Sin pensar en las preguntas, respirando despacio y tranquilo un aire más liviano. Era un alivio, pase lo que haya pasado, dejé de estar apagado.

Son capítulos extraños, en los que hablo en primera persona. Serán los menos, con tantos personajes e historias que faltan.